Hugo Ñopo / El Comercio

En educación además de lo dicho, importa también lo ya hecho. Asegurar la continuidad en la política educativa manteniendo al ministro Jaime Saavedra es un acto sin precedentes, no solo en el Perú, probablemente también en América Latina. Y en un sector de mediano-largo plazo como este, la continuidad de las buenas políticas es condición necesaria para la mejora que tanta falta nos hace.

Nuestra historia republicana ya había visto a viceministros permanecer en sus cargos en medio de transiciones gubernamentales. También había visto casos de ministros sirviendo a la patria en más de un gobierno, pero con interrupciones. Esta es la primera vez que un ministro de Educación permanece en el cargo en medio de un cambio de gobierno. Esta señal de madurez política merece aplauso.

Pero vamos a lo dicho que también ha sido importante. Las declaraciones durante el mensaje presidencial fueron generales, como en los demás sectores, pero de ellas se desprenden algunas prioridades interesantes.

La primera viene del inicio del discurso. Pedro Pablo Kuczynski plantea una visión de modernidad basada en lo justo, equitativo y solidario (aquí no dejo de preguntarme en qué estará pensando quien recientemente dijo eso de salvo el crecimiento, “lo demás son cuentos”). Pero volviendo al presidente, dijo además que la desigualdad debe resolverse mejorando las condiciones de los pobres. Esto hace eco directamente en educación, donde tenemos el reto pendiente de mejorar los aprendizajes en zonas rurales y pobres.

La mención especial y explícita a los maestros (“con ustedes todo es posible”) es muy importante. Una noción que se viene consolidando en el mundo es que el trabajo de los maestros es el fundamental para mejorar la calidad de la educación. Atrás quedaron las ideas que proponían que con tecnología e innovación íbamos a revolucionar el mundo educativo. Lo fundamental aquí son las personas, así que para mejorar la educación necesitamos buenos docentes.

En este contexto, el prestigio que le demos a la profesión docente es clave. El camino que aquí tenemos por delante es aún muy largo. Los maestros reciben un salario promedio que se encuentra debajo del que recibe el 80% de profesionales y técnicos del país. Así es imposible atraer a los mejores jóvenes a la docencia.

El rescate del arte y el deporte como materias obligatorias que promoverá el Estado en los colegios también denota una visión de avanzada. En décadas recientes nos veníamos acostumbrando a ver estas materias como accesorias y prescindibles. La evidencia internacional viene dando cuenta de los grandes beneficios de incorporar estas materias a la educación. El potencial que tienen para desarrollar habilidades es enorme.

Más allá de desarrollar sensibilidades en los seres humanos, se ha demostrado que las artes –y especialmente la música– permiten desarrollar habilidades para el mundo moderno: atención a los detalles, compromiso, perseverancia y trabajo en equipo, entre otras. Estas habilidades, además de la comprensión lectora y razonamiento cuantitativo, serán de gran utilidad para nuestros estudiantes.

Los seis compromisos de Estado con los que el presidente cerró el discurso terminan de consolidar una idea. La educación, como herramienta para construir la sociedad que queremos, tiene un lugar primordial dentro de esos compromisos. La prioridad está clara y estas son buenas noticias.

Sin embargo, mas allá de lo ya hecho y dicho, queda pendiente prestar atención a lo que está por hacerse en las próximas semanas y meses. La visión planteada –no solo para la educación sino también para las demás prioridades– requiere grandes inversiones. Esto parece ser incompatible con la promesa de reducción del IGV, al menos si ello no va acompañado por aumentos de la recaudación por concepto de otros impuestos. Porque, seamos realistas, la informalidad no va a caer así nomás. Desde fuera parece evidente que las cuentas no cuadran.

Las partituras que nos ha mostrado el presidente parecen ser muy buenas. Tenemos además muy buenos concertistas. Vayamos ahora a la ejecución orquestal. Desde dentro deberían salir los arreglos a las partituras que mantengan la armonía del concierto que está por comenzar. Ojalá sea muy bueno.

Fuente: El Comercio / Lima, 31 de julio de 2016