Carlos Alberto Yampufé / EDUCACCIÓN

La desconfianza en el sistema de evaluación docente peruano, tiene entre fantasmas y asideros bien cimentados, los miedos a los mecanismos, intenciones, condiciones y actores que, como medios y agentes comprometidos en la implementación de este proceso fundamental del aprendizaje de las personas, no pueden rescatar el valor fundamental de la evaluación como tal.

Hoy que con la implementación del Currículo Nacional, se habla del enfoque formativo de la evaluación, a la vez se mete la idea en la cabeza del magisterio nacional que la evaluación docente tiene fines punitivos (y fundamentos no faltan), y se da licencia a todas las personas que quieran y puedan (entre ministros, funcionarios y docentes) de tratar como lo peor a quienes opinan diferente y sin ningún soporte atenten e insulten por doquier, sin ser propositivos.

Esta desconfianza de los docentes se nota diferente, esta vez revestida de rencor y desencanto con el MINEDU. Ahora con los descuentos a los maestros, golpea nuevamente no solo con insultos y maltrato, sino a su familia y entorno. El camino para devolver la confianza a los docentes se hace ahora mucho más difícil. No obstante, el Ministerio de Educación puede volver la mirada a lo directivos escolares quienes, presionados por la UGEL y por los padres de familia, siendo ellos también docentes, tienen como bandera la lealtad a la educación.

Ahora los “resultados preliminares” de la evaluación del desempeño docente en las maestras de la cuarta, quinta y sexta escala, muestra que más del 90% de los evaluados aprobaron la observación de aula. Esta puede ser una respuesta de los directivos escolares, quienes no encuentran otra alternativa más que “aprobar” a las docentes, lo que puede ser aprovechado con diferentes intenciones. Con ello no quiero decir que todas las que fueron evaluadas no hayan logrado demostrar una buena práctica pedagógica necesariamente, sino que se evidencia la débil estructura del sistema de evaluación.

Los directivos escolares deben ser empoderados en la esencia de la escuela que es el logro de aprendizajes de los estudiantes. Bajo esta premisa, se debe poder generar desde la escuela una “Comunidad Profesional de Aprendizaje” con los docentes, en redes escolares y alianzas que trasciendan los límites del local institucional, estableciendo lazos sólidos entre los miembros de la comunidad y también con el entorno. Esta propuesta permitirá devolver la confianza en la evaluación como un elemento inherente al aprendizaje. Hoy por hoy, la Institución Educativa debe pasar de ser la escuela que enseña a la escuela que aprende y por lo tanto la escuela que se evalúa.

El planteamiento que hago aquí para promover una evaluación del desempeño docente en el marco de una “Escuela que Aprende” y de una Comunidad profesional de Aprendizaje, es establecer un Plan de Fortalecimiento de la Escuela, que integralmente promueva aprendizajes a partir del enfoque de evaluación formativa, donde el directivo escolar debe asumir su verdadero rol de líder pedagógico. Así, la evaluación del desempeño no solo observaría la práctica pedagógica del docente, sino que pondría en evidencia también el desempeño del estudiante y del directivo escolar. En tal sentido, al ser evaluado el docente también se evalúa el soporte pedagógico del directivo escolar y los efectos de ello en los aprendizajes de los estudiantes. Para llevar a cabo este plan es necesario que los programas de formación de directivos escolares centren inmediatamente su mirada en la gestión de los aprendizajes como fundamento de su quehacer; y promuevan planes de acción más integrales. Con ello podemos establecer una ruta como la que a continuación ensayo:

  1. Empoderamiento de los directivos escolares en la estrategia de generar “Comunidades Profesionales de Aprendizaje” en sus instituciones.
  2. Establecimiento de la propuesta de Plan de fortalecimiento de la Escuela con ejes centrados en el restablecimiento de la confianza de los agentes en la escuela, la motivación, la generación de condiciones y el desarrollo de capacidades institucionales.
  3. Monitoreo y acompañamiento eficaz de la práctica pedagógica con reflexión crítica y retroalimentación pertinente, bajo un enfoque de evaluación formativa que vincula la evaluación del desempeño docente a su aprendizaje.
  4. Promoción y reconocimiento de la innovación en la práctica pedagógica.

Así, esta estrategia permitirá fortalecer personal y profesionalmente al docente desde su práctica pedagógica, evaluar su desempeño con enfoque formativo y obtener una mejora en la calidad de los aprendizajes de nuestros estudiantes. En tal sentido, espero las sugerencias y enriquecimiento de esta propuesta.

Lima, 6 de octubre de 2017

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