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Luis Guerrero entrevista a Jessica Tapia

Hemos invitado a Jessica Tapia, experta en temas de evaluación de aprendizajes, a conversar sobre el tema de la evaluación diagnóstica con que se debe iniciar el año escolar. Jessica ha acompañado el proceso de elaboración de estándares de aprendizaje del Ministerio de Educación durante años desde el SINEACE, ha realizado estudios y acumulado mucha experiencia en este campo, por lo que tiene mucha autoridad en un tema complejo como la evaluación de competencias. Ella forma parte del equipo del proyecto CREER, de GRADE, enfocado en la mejora de la educación rural en Cajamarca.

L: Jessica, sé que el proyecto CREER está trabajando con docentes en Cajamarca, entre otros temas, en todo lo que concierne a la evaluación diagnostica. Quería preguntarte, precisamente, ¿cómo se están preparando los profesores para esta tarea?

J: Este es el año en que vamos a iniciar el trabajo con las escuelas y queremos, en efecto, llevar a cabo una estrategia de recuperación de aprendizaje que prepare a los estudiantes para continuar con su trayectoria educativa lo mejor posible. Esta estrategia parte de una evaluación diagnostica y vamos a aplicar dos tipos de instrumentos: primero, uno más alineado con una evaluación estandarizada, para verificar aprendizajes en algunas competencias de comunicación y matemática. Eso ocurrirá en abril. Posteriormente, usaremos uno más alineado con una evaluación formativa a nivel de aula, que nos permita observar aprendizajes más complejos y aproximarnos de mejor manera a las competencias de los estudiantes, no solo en comunicación y matemáticas, sino también de ciencias y personal social.

Sabemos que hay un conjunto de recursos para la recuperación que han sido puestos a disposición de los docentes por el ministerio de educación, como pruebas diagnósticas y diversos ejemplos de experiencias de aprendizaje, y que han sido utilizados por algunas escuelas, junto con recursos generados por los propios docentes. Entonces, uno de nuestros principales objetivos es considerar todo esto con lo que ya cuentan los docentes y con algunas evidencias de los aprendizajes que ya han recogido, recuperar esta experiencia lo más que podamos.

No obstante, sabemos que también ha habido mucha irregularidad en el uso de estos instrumentos y que tampoco se ha contado con mucha asesoría o acompañamiento para hacer uso de esta información. El objetivo de este año con los docentes y acompañantes es fortalecer sus capacidades profesionales en estos temas.

L: Este contacto que están teniendo con los docentes en el marco del proyecto CREER, te debe haber permitido percibir sus preocupaciones, dudas y confusiones en el tema de evaluación diagnostica. ¿Qué es lo que tú has logrado recoger? ¿Cómo crees que los profesores están concibiendo la evaluación diagnostica?

J: Una de las primeras cuestiones que siempre salta a la vista, en primer lugar, es todo lo referido al propósito de la evaluación. El propósito solemos encontrarlo alineado a una lógica más selectiva y sumativa, que es precisamente lo que no queremos. Lo primero a tener en cuenta cuando hablamos de diagnóstico es que el propósito debe estar alineado al currículo y que hacemos una evaluación formativa por competencias. Esta es una primera idea que encontramos en los docentes, el propósito de sus evaluaciones sigue basado en esta idea de la evaluación como mecanismo de sanción, la que sorprende al estudiante, que lo hace caer preguntándole lo que no sabe, antes que una evaluación que permita al docente comprender lo que los estudiantes están pudiendo comprender, con qué profundidad, con qué habilidad hacen tal o cual cosa, este sentido más investigativo de la evaluación es el que falta.

Por otro lado, no da igual cualquier tipo de instrumento para hacer esta evaluación. El propósito de nuestro currículo supone un cambio en el tipo de aprendizaje que se debe evaluar, que son las competencias. ¿Cuáles son entonces los tipos de instrumentos más adecuados? Hay que pensar esto muy bien. Necesitamos instrumentos variados, darles múltiples oportunidades a los estudiantes para que muestren su competencia. Ahí necesitaremos actividades, instrumentos, predominantemente con preguntas abiertas, susceptibles de poder capturar las respuestas, etc. El tema de los instrumentos, la idea de que no cualquier instrumento es idóneo para evaluar competencias, es también otra idea que se debe aclarar.

Otra creencia de los docentes es esto de que la evaluación termina con la aplicación de un instrumento. Lo que veo a menudo es que las fuerzas de los docentes y las escuelas se agotan muchas veces en llevar a cabo la aplicación de unos instrumentos y luego se espera que los aprendizajes mejoren por si solos. Es como esperar que un paciente mejore solo por medirle muchas veces la temperatura. Pero, para que estas evidencias sean útiles se requiere que los docentes las interpreten y traduzcan tales interpretaciones en siguientes pasos para la enseñanza, además, por supuesto, en retroalimentaciones para sus estudiantes.

Esta es otra idea que debemos aclarar, la información no habla por sí sola, hay que interpretarla, y una de las cosas a tener en cuenta es que mientras más información tengamos, mientras más específica y rica sea la información de la que dispongamos, vamos a poder hacer mejores diagnósticos para identificar el desarrollo de las competencias de los estudiantes. Luego, no toda la evidencia es igualmente útil, hay que tener en cuenta que la evaluación diagnostica podría indicar solamente, por ejemplo, que para ciertos estudiantes la enseñanza no tuvo éxito, pero también puede darnos información adicional que identifique la naturaleza más específica de las dificultades que encontramos en los estudiantes. Entonces, no solo sabría que a un grupo le fue mal, sino exactamente en qué le fue mal.

Ahora, lo que la literatura señala es que las evaluaciones más provechosas son aquellas que no solo permiten identificar qué estudiantes están teniendo dificultades o localizar cuáles son esas dificultades, sino las que permiten plantear próximos pasos en la enseñanza. Este tipo de evaluaciones son las que tienen más probabilidades de ser efectivas. Entonces, la evaluación no termina en la aplicación, hay que hacer una mirada prospectiva, pensar en próximos pasos. Las evaluaciones más provechosas son las que están guiadas por una comprensión clara del progreso del aprendizaje y de las dificultades que los estudiantes experimentan.

En ese sentido, es importante no olvidar que para ser más efectivo no basta con la simple repetición de las clases o de las secuencias de enseñanza. La evaluación diagnostica debe tratar de capturar esa diversidad lo más específicamente posible para que realmente pueda ser útil.

L: Teniendo en cuenta que todas estas dificultades de comprensión del sentido de la evaluación no desaparecerán de un día al otro, pero hay que hacer evaluación de entrada de todos modos, ¿Es posible establecer requisitos mínimos a tener en cuenta para que estas evaluaciones diagnosticas puedan hacerse lo más seriamente posible?

J: A ver, yo diría que esta tarea debe ser colectiva, las instituciones deben concebir la evaluación diagnostica como una tarea colectiva, diseñar un plan estructurado que involucre a todos los actores de la escuela, con delimitación de roles, tareas, tiempos, materiales. Un plan que necesariamente se realice colegiadamente con todos los docentes y que, además, pueda estar guiado por los procesos claves de la evaluación formativa, desde cuando uno identifica qué es lo que va a evaluar, con qué criterios; y en una siguiente etapa, la construcción de los materiales o las evidencias, el cómo; luego, el recojo de estas evidencias, la interpretación, la retroalimentación. Es decir, todo el circuito de la evaluación formativa. Esta puede ser una buena manera de estructurar un plan que, además, debe concebirse como una estrategia de formación profesional de los docentes. Hacer de este plan bien diseñado una estrategia formativa puede ser una muy buena idea para la gestión de las escuelas.

FUENTE: Programa de TV por internet «Volver a empezar… estamos contigo»
Un esfuerzo conjunto de Educacción, World Vision Perú y Salgalú Comunicaciones