La experiencia que los chicos tienen en las clases de educación física puede tener consecuencias a largo plazo, según un especialista en educación.

Basta una breve (y no científica) encuesta en la redacción de BBC Mundo para comprobar que la práctica de elegir equipo en público durante las clases de gimnasia de la escuela se queda grabada en la memoria de muchos como una suerte de tortura pública.

“A mi me elegían siempre de penúltima”, dice una de nuestras compañeras que prefiere no dar su nombre porque todavía tiene “un trauma”. “Aunque te eligieran al final igual vos ya sabías que eras mala”, comenta Dalia, que reconoce que siempre se quedaba atrás, en parte forzada y en parte a propósito.

Alejandro admite que tenían un apodo para los que no jugaban bien y Beatriz recuerda la experiencia como una auténtica “agonía“.

Estas y otras emociones similares se siguen replicando en clases de educación física de todo el mundo y por eso el especialista en formación de profesores David Barney, de la universidad estadounidense Brigham Young University, quiere acabar con tan extendida tradición.

Una práctica incómoda

El especialista en educación sugiere como alternativa elegir los equipos en privado.

Barney cree que ser elegido de último para un equipo puede ser humillante en el momento pero además podría tener consecuencias emocionales a largo plazo.

En un artículo que publicó recientemente en la revista The Physical Educator analizaba los resultados de este ejercicio con chicos de los primeros años de secundaria.

Para él esta práctica “incómoda” no influye necesariamente los resultados del partido pero puede tener un impacto emocional profundo a nivel individual para los estudiantes.

Muchos de los estudiantes que entrevistó le dijeron que no les gustaba el ejercicio, pero participaban en el mismo porque lo hacía el profesor.

“Si armás equipos para jugar al básquet en dos días los chicos ya no recuerdan quién ganó”, comenta Barney. “Pero sí recuerdan cómo se sintieron, recuerdan que los eligieron de últimos”, añade.

La práctica no ayuda a dar confianza a los estudiantes y puede convertirse en un círculo vicioso que desmotiva a los chicos que no se sienten muy talentosos para el deporte.

Mejor en privado

El especialista en educación sugiere como alternativa elegir los equipos en privado, para evitar humillar públicamente a los estudiantes.

Según Barney, cuando los propios profesores eligen los estudiantes pueden expandir su círculo de amistades, no se sienten avergonzados ni excluidos y los equipos puede estar más balanceados.

Por otro lado, los estudiantes pueden valorar su desempeño de acuerdo a su progreso personal y no de acuerdo al momento en que fueron elegidos para un equipo.

Además, apunta, “se ahorra mucho tiempo cuando se hace en privado”.

Asociaciones positivas

Otro estudio de la misma universidad halló que los chicos que eran objeto de burlas durante la clase de gimnasia hacían menos deporte al año siguiente.

Barney cree que tener una buena experiencia en las clases de educación física en la escuela puede tener una correlación con el estado de bienestar de la persona a lago plazo.

En efecto, otro estudio de 2014 realizado por psicólogos de la misma universidad encontró que los chicos que eran objeto de burlas durante la clase de gimnasia hacían menos deporte al año siguiente.

Barney trata de enfocar las conclusiones de sus estudios hacia medidas concretas que los profesores pueden tomar para mejorar esas experiencias.

Otra de las sugerencias que hizo el especialista en otro artículo es poner música durante la clase. Según su estudio los estudiantes de 9 y 10 años tenían casi 6 veces más probabilidades de disfrutar de la clase de gimnasia si sonaba la música, que tenía un efecto motivador.

Fuente: La Nación / Buenos Aires, 8 de febrero de 2017