Ana Patricia Andrade

El 15, 16 y 17 de octubre, el Consejo Nacional de Educación organizó un Taller de Consulta del Marco Curricular propuesto por el Ministerio de Educación. Más de 200 personas se congregaron a lo largo de tres días, debatiendo cada uno de los aprendizajes planteados, así como la propuesta de diversificación, de evaluación y aspectos más específicos como el tratamiento de EIB, la atención a la escuela multigrado, a la población con necesidades educativas especiales, a jóvenes y adultos que no han concluido la educación básica regular. No ha sido el primer evento de consulta de esta propuesta que el MINEDU viene desarrollando desde el 2012. De hecho, en los últimos tres años miles de personas han tenido ocasión de revisar, debatir y aportar a aspectos generales o específicos del Marco curricular. No obstante, ahora nos encontramos frente a una propuesta más completa que ha recogido muchas de las observaciones recibidas a lo largo de este tiempo.

Uno de los hechos más impactantes del evento fue la participación activa de los asistentes: docentes, directores, instituciones, agencias de cooperación, provenientes de todo el país, dando muestra de su interés en el tema, poniendo a disposición sus conocimientos y experiencias para aportar constructivamente a la propuesta. Otro aspecto destacable, planteado en las conclusiones, fue la amplia aceptación de la propuesta. Más allá de las observaciones y aportes, no primaron voces de desacuerdo, censura o rechazo, siendo notoria más bien la conformidad con la ruta seguida por el proceso. En este contexto de valoración, un tercer aspecto que llamó la atención, fueron las palabras del Ministro de Educación, Jaime Saavedra. Pese a reconocer que se trata de una propuesta positiva, expresó que es materialmente imposible que se ejecute en el 2015 y que si se quisiera implementar en el 2016, tendría que formularse una propuesta de implementación en no más de tres meses.

Saludamos el alto sentido de responsabilidad de la máxima autoridad del sector, al expresar su preocupación por la necesidad de contar con una ruta clara de implementación, como un requisito que debería anteceder a la aplicación de esta o de cualquier otra medida de política. Al mismo tiempo, no deja de ser preocupante mantener indefinidamente al Marco Curricular en la línea de partida, por dos motivos.

La primera razón es que el Marco curricular representa la parte medular de un sistema que ya está en las aulas desde el año 2012, a través de los Mapas de Progreso y las Rutas de Aprendizaje, elaborados desde una lógica curricular común, en respuesta a los vacíos y deficiencias del Diseño Curricular Nacional. Estas herramientas, más allá de ciertos desajustes identificados que se han venido corrigiendo, están ya en el aula, junto a las diversas modalidades de asistencia técnica pedagógica ofrecida sistemáticamente a las regiones, así como la formación de  los acompañantes, enmarcada en la misma matriz de aprendizajes.

Así, mientras se realizan los ajustes demandados y se define una ruta más precisa de implementación –que sin duda no está en cero pues el planteamiento ya tiene al menos dos años de desarrollo- ¿qué pasará en las aulas con los docentes que están aplicando herramientas y orientaciones enmarcadas en la nueva propuesta curricular? Si los materiales y orientaciones que reciben ya han venido tomando distancia del DCN oficial para enmarcarse más en esta nueva concepción sistémica del currículo, ¿hasta cuándo seguirán esperando mayores definiciones de parte del MINEDU para dar el salto formal? ¿Será que, como ya dicen algunos, el DCN seguirá siendo el oficial y el Marco el «currículo oculto»? No oficializar el documento marco y prolongar la convivencia de estos instrumentos con el DCN mantiene una ambigüedad cuya gravedad quizás no se percibe en el más alto nivel de decisión, pero que resulta insostenible para los maestros, quienes deberán lidiar con dos lógicas curriculares distintas.

La segunda razón está más vinculada a la propia gestión interna. En la clausura, Hugo Díaz, presidente del CNE señaló: «No todos los maestros están preparados para implementar esta propuesta, por ello demandamos… una reingeniería de los sistemas de capacitación, que priorice a los acompañantes docentes, quienes –según lo recogido en los talleres- deben ser las piezas claves del proceso, por lo que tienen que estar bien seleccionados, capacitados y el sistema de acompañamiento generalizado». ¿Con que propuesta curricular nos imaginamos el fortalecimiento y ampliación de esta estrategia? ¿Con un DCN que ya exhibió sus limitaciones pero sigue siendo oficial, o con un Marco Curricular que representa una superación de esos límites pero que no ha sido oficializado? La misma pregunta puede ser planteada respecto al diseño de los materiales educativos, de las sesiones de aprendizaje, de las evaluaciones y, en general, respecto de toda medida de política dirigida a la educación básica que esté en curso, incluidos los Colegios de Alto Rendimiento (COAR).

Urge entonces que el MINEDU informe sobre sus planes para acabar lo más pronto posible con esta ambigüedad y concretar una ruta de implementación que incluya, además de las acciones para el año 2016, los mensajes y apoyos que se dará a los docentes sobre cómo implementar Mapas, Rutas y Sesiones el 2015, reconociendo que son instrumentos operativos que vienen de la misma matriz curricular. Compartiendo esta preocupación y desde el supuesto que hay voluntad política por sacar adelante la nueva política curricular, propondría algunos aspectos a considerar en esta perspectiva.

En el frente técnico

1. Procesar los aportes de la consulta. Supone tener criterios claros para saber qué ajustes, mejoras y demandas aceptar, cuáles no y por qué. Es una tarea técnica y política que requiere un balance entre una genuina flexibilidad y apertura y, de otro lado, la responsabilidad por la consistencia de la propuesta, lo que supone evitar la tentación de incorporarlo todo –para que nadie quede insatisfecho- dando como resultado una propuesta híbrida, contradictoria o muy genérica. Repetir las mismas limitaciones del DCN que se ha buscado superar, sería prolongar la confusión entre los docentes y continuar en los hechos con una cobertura curricular restringida.

A la luz de lo recogido en la consulta organizada por el CNE, a nivel de los aprendizajes fundamentales propuestos no hay demasiados problemas, pues responden a grandes finalidades y en todas las consultas efectuadas en estos últimos años han tenido gran aceptación. Tal vez sea en el nivel de las competencias donde se requiera más precisión, considerando que de ahí se desprenden los Mapas, las Rutas y sesiones de aprendizaje, así como todas las herramientas de implementación curricular. Hay que cuidar entonces claridad, consistencia y coherencia interna. La tarea sería identificar cuáles son las competencias que requieren ajustes, eventualmente alguna consulta adicional a expertos, evitando extenderlas al infinito. Sabemos que para cada aprendizaje formulado hay más de un enfoque válido posible, pero hay que tomar opciones. Las consultas aportan elementos para la decisión y ésta corresponde al responsable del sector, ese es su rol.

2. Hacer inventario de los instrumentos indispensables para la implementación. Identificar los que ya se tienen y cuáles faltan. Subrayamos lo de indispensables, pues es imposible que absolutamente todo deba estar listo antes, no solo por un tema de viabilidad técnica o administrativa sino, sobre todo, por un criterio de conveniencia. La experiencia de haber avanzado con algunas herramientas que ya están en aula representa una oportunidad invalorable para monitorear y ajustar desde la perspectiva de los docentes que hacen uso de ellas. Lo que se necesita diseñar ahora es un mecanismo claro para recoger evidencias sobre su comprensión y uso, tarea que puede ser asumida perfectamente por la Dirección de Investigación Educativa del Ministerio (DIDE). Es por eso que, cuando el ministro señala que se necesita tener todo listo, hay que precisar que se trata de todo aquello que se considera ineludible para arrancar. El Marco Curricular señala que su reajuste, en una perspectiva de mejora continua, debe tener como fuente las evidencias aportadas por la propia implementación. En base a reportes periódicos se pondrá sobre la mesa nuevos desafíos y se discutirán con los docentes y directores, los Institutos pedagógicos y las facultades de educación.

En la historia de la educación del país, no ha habido un solo currículo escolar que haya tenido todo claro y listo antes de ser lanzado. El Marco Curricular, a diferencia de currículos anteriores, ha generado instrumentos y estrategias de apoyo: mapas, rutas, sesiones, asistencia técnica, acompañamiento, módulos formativos, la plataforma virtual que representa Perú Educa y que puede convertirse en una retaguardia técnica para la implementación. Nada de eso ha tenido el DCN y, sin embargo, sigue siendo oficial.

De otro lado, si los materiales y estrategias diseñadas desde la matriz de aprendizajes fundamentales, puestas ya a disposición de los docentes, requieren todavía de un mayor grado de alineamiento a la propuesta actual del Marco curricular, pues habrá que identificar dónde y cómo para proceder de inmediato. Esta es una tarea urgente que ya debiera estar procesándose. Revisar la política de materiales educativos debe ser parte de este esfuerzo, pues hay que asegurar que también esté alienada a las competencias actuales del Marco Curricular.

Lo mismo vale para la capacitación docente. Si hay que hacer una reingeniería de la formación docente, como ya señaló Hugo Díaz, algo que dicho sea de paso ya se inició, el referente no puede seguir siendo el DCN. Pensando en el 2016 y en adelante, necesita replantearse también la formación inicial de los docentes y articularla tanto al Marco Curricular como a las nueve competencias profesionales del Marco de Buen Desempeño Docente, las mismas que son condición de viabilidad para el logro de aprendizajes de alta demanda cognitiva en las escuelas.

3. La articulación a otras modalidades de la educación básica. Un tercer aspecto fundamental, que surgió como tarea pendiente en la consulta, es desarrollar la articulación del Marco Curricular con la perspectiva de la Educación Básica Especial y la Educación Básica Alternativa. Los Aprendizajes Fundamentales son un piso común para todos, que puede y debe ser adaptado a las características de la población que atiende. No se puede regresar a la idea de un currículo particular para cada nivel y modalidad. Una ganancia que trajo el DCN que no se puede perder es la articulación entre niveles, el reto es hacer las especificaciones para las poblaciones mencionadas.

En el frente político

Regresar a la idea de una política comunicacional para la implementación del Marco Curricular es clave. Informar a la comunidad educativa del sentido de los cambios, posicionar mensajes a favor de los aprendizajes fundamentales y de la manera como necesitan lograrse en las aulas, no es un desperdicio de recursos, es una condición de la viabilidad de la reforma. Los actores no cambiarán sus roles por obediencia a la autoridad sino porque están persuadidos de la necesidad de cambiar.

En la misma perspectiva, hay que convocar a diversos grupos de interés dentro y fuera del sector. Hay numerosos sectores que están no sólo abiertos al cambio sino dispuestos a apoyarlo, pero si no hay contacto ni comunicación con ellos, permanecerán de espectadores.

Respecto de las regiones, se requiere una estrategia particular con aquellas que ya poseen propuestas curriculares y otra con las que lo tienen en agenda pendiente. Este es un tema que no se ha terminado de decantar y que debe estar en agenda.

En el frente interno

El ministro ha planteado la necesidad de tener todo claro en un plazo de tres meses para poder oficializar e implementar el Marco Curricular el 2016. Para hacerlo se requiere de equipos sólidos y cohesionados, que se sepan respaldados y que reciban encargos claros, desde una sola dirección. En esta perspectiva, se cuenta ya con un capital humano, que es producto de lo ganado con el trabajo especializado realizado por los equipos curriculares durante este tiempo. Son profesionales que durante más de un año se han dedicado a leer, escribir, consultar, discutir, producir, revisar, reajustar y con pleno respaldo político, como nunca antes. Han ganado solvencia técnica y especialización. Lo peor que podría ocurrir es que se disuelvan y retorno a lo de siempre: cada uno a su oficina de origen a cumplir múltiples demandas y desempeñar numerosos roles a la vez. Esta es una condición esencial para sacar cualquier estrategia de implementación.

Se ha hablado mucho de la necesidad de contar con una instancia en el Ministerio de Educación que articule a todos los equipos que realizan acciones y tienen alguna competencia de naturaleza curricular para la educación básica. Sin una cultura de coordinación interna en base a una visión curricular común, el riesgo de volver a la fragmentación de iniciativas y mensajes que desconciertan al docente de aula y hacen perder credibilidad en la autoridad del sector, estará siempre latente.

TIEMPO DE DECISIONES

El ministro es sin duda un profesional solvente y sensible a las necesidades de aprendizaje de la diversidad de estudiantes del país. Es también una persona ejecutiva y diligente en la implementación de sus decisiones. Confiamos en que con ese mismo carácter se coloque al frente de una de las reformas más importantes que han de marcar no sólo su gestión sino el actual periodo gubernamental. Y aunque él lo sabe, solo me queda recordar lo que alguien dijo alguna vez: en la gestión pública, el peor pecado es no decidir.

No es fácil, porque no hay una sola decisión de política pública, cualquiera sea su signo, que contente a todos o no tenga detractores fuertes. Esto es particularmente notable en educación y se expresa con claridad en el currículo, donde todos quieren ponerle algo o presionan para que se estructure de una cierta manera o de la contraria. Y si bien escuchar con flexibilidad y apertura intelectual es de sabios, la pregunta es hasta cuándo, cuál es el límite. Señor Ministro, no hay forma de eludirlo, de la promulgación del Marco Curricular dependen demasiadas cosas y los docentes siguen esperando.

Autor: Ana Patricia Andrade
Fotografía (c)  Julio Angulo/ www.flickr.com
Lima, 03 de noviembre de 2014

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Ex viceministra de gestión pedagógica, del Ministerio de educación, con más de 25 años de experiencia en la gestión de políticas, programas y proyectos educativos, desde el Estado como desde la sociedad civil y en cooperación internacional, en puestos de responsabilidad a escala nacional. Psicóloga clínica, de profesión y estudios de Maestría en Políticas educativas en la Universidad Alberto Hurtado, de Chile. Entre los años 2011 y 2014 fue Directora General de la Educación Básica Regular y ex Directora (e) de la Dirección de Tutoría y Orientación para el Educando – DITOE (año 2013). Como directora de la DIGEBR, he sido responsable de la conducción del Programa presupuestal por resultados Logros de aprendizaje (PELA). También estuvo a cargo (2008-2011) del Programa de Mejoramiento de la Educación Básica en Área Rural (PROMEB), implementado con apoyo de la cooperación canadiense (ACDI) en el norte del país. Se ha desempeñado asimismo como consultora en áreas relacionadas al desarrollo y evaluación de capacidades en el Estado y la evaluación y sistematizaciones de políticas públicas en el área de educación, a nivel nacional e internacional.