Guillermo Mendoza Oviedo / Fundación Kasparov de Ajedrez

En una partida de ajedrez cada jugada es un problema distinto y ambos jugadores buscan resolverlo de la mejor forma posible. Muchos ajedrecistas han señalado que una partida brinda un entorno inmejorable para entender y mejorar la manera en que tomamos esas decisiones.

En palabras de Garry Kasparov: “debido a su reducido ámbito, el ajedrez proporciona un modelo muy versátil acerca de la toma de decisiones. En el ajedrez, el éxito y fracaso se miden con patrones muy estrictos. Si te equivocas en las decisiones, tu posición se debilita y el péndulo oscila hacia la derrota; si aciertas, se mueve hacia la victoria. Cada uno de los movimientos es el reflejo de una decisión, y, con el tiempo suficiente, podría analizarse con perfección científica si esa decisión fue la más eficaz o no”.

El joven que juega con frecuencia al ajedrez está entrenando su cerebro de forma natural para la resolución continua y eficaz de problemas, adoptando al mismo tiempo un patrón, un esquema mental orientado a buscar soluciones. De ahí que podamos establecer una relación directa entre la práctica del ajedrez y un mejor resultado académico en matemáticas, disciplina en la que el joven también debe resolver problemas de forma sistemática.

En diversos estudios realizados entre escolares de educación básica se ha encontrado diferencias importantes entre aquellos niños que reciben clases de ajedrez y el resto, sobre todo en la solución de problemas y en las actividades que requieren ajuste y cambio del foco atencional, dando una perspectiva de la incidencia favorable del ajedrez en las funciones ejecutivas, que como se sabe, son centrales en el proceso de escolarización.

El pensamiento en desarrollo le permite a los niños ya en la edad de preescolar prever con antelación los resultados de sus acciones y planearlas. A medida que se desarrolla el afán de conocimientos y los intereses de los niños, el pensamiento se va utilizando cada vez más ampliamente para adquirir un conocimiento del mundo circundante.

El niño comienza a planear tareas cognoscitivas, le busca su explicación a los fenómenos que observa. Los preescolares realizan análisis peculiares para encontrarle explicación a las cuestiones que les interesen, analizan los fenómenos, discuten acerca de ellos y hacen sus conclusiones, y al final de la edad preescolar los niños ya son capaces de resolver tareas de bastante dificultad.

El ajedrez impone la necesidad de una generalización adecuada, basada en lo sustancial y no en lo superfluo. Si el jugador no capta correctamente la esencia de la posición y elige un plan inadecuado, esto puede afectar negativamente el equilibrio de la lucha e incluso el resultado de la partida. De ahí que el ajedrecista recibe una retroalimentación bastante inmediata de la corrección y exactitud de sus planes y valoraciones.

Los beneficios intelectuales del ajedrez no terminan aquí. La práctica del juego puede convertirse en un ejercicio para el desarrollo de algunas particularidades individuales del pensamiento. El hecho de ser un actividad individual, donde el jugador debe tomar constantemente sus propias decisiones, contribuye a desarrollar la capacidad de plantearse el nuevo problema y de resolverlo con las propias fuerzas. A esto se le ha llamado independencia de pensamiento y es en ella donde se manifiesta el carácter creador del mismo.

El ajedrez también es de gran ayuda para el desarrollo de la flexibilidad del pensamiento, que consiste en la capacidad de cambiar el camino tomado inicialmente (el plan) para resolver la tarea, si el mismo no satisface los requerimientos de la situación.

La solución adecuada de problemas definirá la personalidad del individuo. Por ejemplo, se dice que el ajedrez ayuda a tomar decisiones, pues el jugador se enfrenta durante la partida a continuas situaciones problemáticas que debe resolver por sí mismo. Para ello debe evaluar previamente las diversas posibilidades, o sea, tomar determinadas garantías de seguridad antes de elegir una alternativa.

La necesidad de aplicar sucesivamente en la partida las decisiones tomadas (sacrificar una pieza, llevar a cabo determinado plan) contribuye a modelar la voluntad, a formar un carácter resuelto y a estabilizar las emociones.

Fuente: Fundación Kasparov de Ajedrez para Iberoamérica / México, 27 de abril de 2017